Librerías sobrevien al mundo tecnológico
-Este 11 de noviembre celebramos el día de las librerías.
Hoy en día, la tecnología ha ido desplazando lo gratificante que es saborear un libro a través de la lectura y percibir ese olor que nos embriaga de sabiduría, pese a ello hay librerías que sobreviven al paso de los años, al paso del mundo globalizado y los avances tecnológicos.
Es por ello que este 11 de noviembre celebramos el Día de la Librerías, esas que sobreviven al paso de tiempo y que ha sabido promover la lectura entre la población e incitar a tener las mejores lecturas que se cuelan por los ojos a través de su letra y nos envuelva a la imaginación.
Haciendo un poco de historia, Charles Danne, de origen francés, arribó a la ciudad de San Luis Potosí en 1867 y más tarde fundó “Al Libro Mayor”, en un inmueble arquitectónico de la calle de Ignacio Zaragoza esquina con Agustín de Iturbide, en el Centro Histórico, siendo inicialmente una papelería y librería. Posteriormente fomentó la adquisición de libros, cuadernos y libretas de toda clase, cuando él falleció, su viuda traspasó el negocio.
Más tarde en el año de 1908, época en la que no era necesario promover la lectura nació la librería más antigua que aún subsiste en esta ciudad, la librería Española, este espacio del saber, que desde ese entonces se mantenido activo a través de diferentes actividades para fomentar la lectura.
Hay muchas otras librerías, en las que aún podemos adquirir un buen libro que son una tradición en San Luis Potosí, como la librería Ochoa, la librería emblemática de la Universidad Autónoma de San Luis, librería Gonville; otras como la librería Porrúa cerraron sus puertas por el impacto de la pandemia, aunado a que las grandes cadenas en el ramo que absorbieron el mercado.
A pesar que el internet nos ofrezca la facilidad para obtener una obra o un escrito, siempre estarán las librerías, con ese olor tan peculiar, que con el tiempo ese resto de sustancias que se quedan en la hoja de un libro y la exposición al oxígeno y la humedad va degradándolo provocando ese aspecto marrón que embriaga de conocimiento a los amantes de la lectura, que nos echa a volar la imaginación, que solo lo logra un buen libro.