Un negocio entre hermanos, traiciones y pactos con otros grupos delictivos hizo del también llamado Cártel de Tijuana una de las organizaciones criminales más peligrosas y poderosas que vio nacer el país azteca.
No obstante, además de haber tejido una meticulosa red de corrupción con autoridades de los tres niveles de gobierno, la familia Arellano Félix contó también fieles aliados que se encargaban de realizar el “trabajo sucio” de su cártel, tal y como lo hizo Efraín Pérez Arciniega, mejor conocido como “El Efra”.
El Departamento de Estado del país de las barras y las estrellas, a través de su Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley, detalló que en julio de 2003 miembros del cártel de los Arellano Félix fueron acusados de conducir los asuntos de una empresa ilegal a través de un patrón de actividad de crimen organizado, conspiración para importar y distribuir cocaína y marihuana, así como lavado de dinero.
Tras una solicitud de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) el Departamento de Estado emitió recompensas para algunos de los miembros del Cártel de Tijuana entre los que destacaron los hermanos Eduardo y Javier Arellano Félix, así como su lugarteniente Efraín Pérez.
En diciembre de ese mismo año fue presentada en el Distrito Sur de California una acusación en contra de “El Efra” por el delito de delincuencia organizada a gran escala basada en delitos de narcotráfico y lavado de dinero. “Se alega que era un lugarteniente en la Organización Arellano Félix, responsable de la logística asociada a la recepción de grandes envíos de cocaína y marihuana”, se lee en un documento de archivo del Departamento de Estado de EEUU.